Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Con una maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas magistrales en la https://flynnrwro627092.bloggerswise.com/46533951/crónica-del-incidente-zidane-materazzi